La central, que produce la cuarta parte de la energía de Hawái, ha tenido que ser cerrada para evitar la peligrosa emisión de gases tóxicos a la atmósfera. El Kilauea se cobró este fin de semana su primer herido grave, cuando una salpicadura de lava produjo importantes quemaduras en la pierna de un hombre que se encontraba en el balcón de su casa en un tercer piso. Entre los damnificados por la actividad del volcán, hay mucha gente que lo ha perdido todo.
Las autoridades de Hawái temen que la llegada de la lava caliente al océano contamine el aire con una sustancia que, en forma de nube blanca, envía al aire partículas de cristal fino y ácido clorhídrico que pueden provocar «irritación de los pulmones, los ojos y la piel».
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