Barranquilla puntea como una de las ciudades que mayor desarrollo y crecimiento ha presentado en los últimos años en el país, y se proyecta a mantener este título.
Mientras los barranquilleros gozan de la dicha de un futuro lleno de posibilidades, y grandes expectativas, esta no es la única realidad que se vive en las calles. A pesar del prestigio por el cual se ha venido trabajando en curraba la bella, aparece un detractor que es de menester acabar antes de que se convierta no solo en una etapa sino en una constante.
Con gusto observábamos a las personas que salían a caminar sin ninguna preocupación debido a la confianza que los años nos han otorgado, pero este privilegio se ha ido perdiendo. Con cierto temor han de recorrer en el nuevo día a día los ciudadanos al tener que desplazarse de un lugar a otro caminando.
Claro, no solo se debe este miedo porque realmente lo amerite en su totalidad, sino al exuberante número de noticias que circulan a tras vez de las redes sociales que sin ser verídicas han de ser creídas por el espectador sin mayor análisis de su parte.
Vivimos en una era de movimiento continuo, donde la información viaja con de manera instantánea a la distancia de un simple click, y así como nos hemos encargado de promover la imagen de una Barranquilla innovadora, rebosante de talento y oportunidades, no es el momento para arruinar el esfuerzo por la creación de un caos que no existe enteramente.
El negar que se debe tener más cuidado seria cegarnos ante los acontecimientos que sucumben frente nuestros ojos, pero esta la diferencia entre el ser conscientes y trabajar para una mejora, a ser instrumento agravante generando pánico donde no lo había y sembrando angustia donde no se conocía.
El progreso empresarial es importante, esto brinda prosperidad, pero no solo se trata de contratos y construcciones, para seguir ascendiendo el civismo y la cultura han de prevalecer, ante todo, sin perder el ser ejemplo de una sociedad solidaria, calurosa en afecto, abnegada y emprendedora. La cual ha caracterizado la idiosincrasia costeña que al evidenciar un acto que altera la tranquilidad del transeúnte de manera inmediata acude a prestar auxilio… ese ha sido el secreto y espero siga siendo del barranquillero.
Sophia Cortés Piñeros