Se esperaba el anuncio con impaciencia y optimismo y ha acabado sentando como un jarro de agua fría. La decisión del Reino Unido de no incluir a España en su famosa lista verde, la de países a los que actualmente considera seguro viajar, supone un auténtico golpe para las esperanzas del sector turítisco de reflotar este verano gracias a la masiva llegada de británicos.
Para los comerciantes españoles la noticia es la peor posible. Para los turistas británicos, también. «Es una agonía a la que no vemos el final», cuenta resignado Tony Mayol, comerciante en Magaluf. «Lo posponen dos semanas, o tres, o un mes, y no salimos de esta situación».
Por las cales de Benidorm el ambiente es muy parecido, y allí la británica Caroline nos confiesa que la cuarentena es «una pesadilla. Todo el mundo está desesperado por venir aquí a España, pero Boris (Johnson) insiste en que tenemos que quedarnos. Yo trabajo desde casa y puedo hacer ahí la cuarentena, así que bien, pero mucha gente no está en esa situación y está desesperada por salir».
En efecto, la permanencia en el color naranja del controvertido ‘semáforo COVID’ se traduce en que todo aquel que viaje a España deberá guardar una cuarenta de 10 días una vez vuelva al Reino Unido, además de someterse a tres tests PCR. Todos estos requisitos hacen que muchos turistas directamente desechen la idea de viajar.
España, Baleares y Canarias incluidas, no es la única afectada. Portugal pasaba este jueves de la lista verde a la naranja, en la que ya estaba también Grecia. Y los números para ellos hablan por sí solos: cerca de cuatro millones de turistas británicos visitan cada año los países del sur de Europa entre julio y agosto. Dentro de tres semanas, el ‘semáforo COVID’ dará a estos países una nueva oportunidad.
Euronews