Wells Fargo vuelve a tropezar, justo cuando trata de recomponer su imagen por el escándalo de las cuentas fantasma. El grupo financiero estadounidense se enfrenta a una multa próxima a los 1.000 millones de dólares por aplicar a sus clientes comisiones injustas en los créditos para la compra de una vivienda y por forzarles a adquirir seguros para el automóvil que no necesitaban.
La sanción se anunciará previsiblemente este viernes, una semana después de que el banco de San Francisco publicara sus resultados del primer trimestre. La firma financiera ya indicó el pasado viernes que los reguladores financieros le reclamaron esa cantidad para poder cerrar el expediente. Será, por tanto, la mayor multa impuesta a un banco bajo la presidencia de Donald Trump.
Las prácticas comerciales de Wells Fargo están en cuestión desde que en septiembre de 2016 revelara que sus empleados crearon 3,5 millones de cuentas sin permiso de sus clientes para recibir pagas extras. Y el pasado julio el banco volvía a disculparse, esta vez por cobrar a más de medio millón de clientes seguros que no necesitaban. Algunos perdieron sus coches en parte por esas cargas.
No quedó ahí la cosa. En octubre, el propio banco admitió que cobró comisiones a clientes por retrasos al fijar los intereses de sus hipotecas cuando en realidad se produjeron por culpa de la entidad. Ante esta sucesión de problemas, la Reserva Federal procedió a limitar el crecimiento del banco hasta que demuestre que adopta medidas de control interno para evitar estos abusos.
Wells Fargo es el tercer banco por activos de Estados Unidos. La multa, en cualquier caso, es pequeña comparada con el daño que estos casos crearon a su reputación. Pese a esta sucesión de reveses de los reguladores, la compañía registró en el primer trimestre un incremento del 6% en el beneficio, hasta los 5.530 millones de dólares. Sus ingresos rondaron los 21.930 millones.
El País