México pide que se dé un «trato humano a los inmigrantes» y haya una «repatriación ordenada»
Todo el más alto mundo político, social y mexicano se ha congregado en torno al presidente Enrique Peña Nieto para dar una respuesta previa al comienzo de las negociaciones con la nueva administración de Donald Trump. Patriotismo de cabecera para contrarrestar la cuenta de Twitter del neoyorquino y su veloz firma de las primeras horas anulando tratados internacionales comprometidos por anteriores gobiernos.
Peña Nieto tiró de manual, de repetir lo ya dicho pero ahora con total solemnidad y de alertarle a la otra parte de la mesa que en una mala negociación la partida se quedará sin ganadores: «A Estados Unidos le conviene que a México le vaya bien y a México que le vaya bien a Estados Unidos», dijo el presidente.
De la solemne intervención del Gobierno mexicano, con tantas voces y caras detrás de la foto como actores relevantes tiene el país, se desprende que ante los que aconsejan repetir la orgullosa escena de Juan Escutia, uno de los famosos niños héroes que la leyenda dice que se abrazó a la bandera nacional para que no fuera mancillada y se tiró por las almenas del castillo de Chapultepec con la toma de las tropas gringas de la capital en 1847, y los que aconsejan aceptar cualquier cosa para no quemarse a lo bonzo en la hoguera, habrá una tercera vía que deja todo por definir: «Hay quienes sugieren que tengamos confrontación y otros piden sumisión, pero la solución es diálogo y negociación», dijo el Jefe del Ejecutivo levantando los aplausos del público.
En esa negociación que comienza esta semana y que conllevará un primerencuentro entre Trump y Peña Nieto el 31 de enero, el mexicano dejó claro sus cinco principios y sus diez objetivos de la que parece negociación más importante de la historia entre ambos países desde que los americanos le quitaron a México la mitad de su territorio con los acuerdos de Guadalupe-Hidalgo.
Los principios son: soberanía nacional de México en las conversaciones bajo las bases de seguridad, dignidad y confianza; la relación para EEUU con México es también de vital importancia (aunque un signo de debilidad parece que se lo tenga que recordar la otra parte); respeto al estado de derecho; integración del eje Canadá, EEUU y México y una negociación integral que también conlleve hablar de inseguridad, inmigración y comercio, pero en este caso en sentido inverso, del que llega o provoca EEUU en México (tráfico de armas, lavado de dinero y paso de inmigrantes por México camino del otro lado del Río Grande).
«Se debe permitir el libre flujo de remesas»
Pasados los principios, que sólo el quinto supone un tirón de orejas para Trump aunque no se ha explicado qué tipo de medidas se le va a exigir, tocó turno de los 10 objetivos de México en la negociación: «Queremos un compromiso de que se le dará un trato humano a los inmigrantes y que haya una repatriación ordenada como se hizo en los últimos 8 años donde se repatrió a tres millones de compatriotas», alertó el presidente.
Además, Peña Nieto dijo que «se debe permitir el libre flujo de remesas sin que se dificulte o encarezca el envío» y «no debe haber cuotas ni aranceles a los productos dentro de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)». Estos dos puntos, que son exactamente los que Trump ha amenazado durante toda su campaña con modificar si no se varia el Tratado bajo los intereses de EEUU, no ha aclarado si por la parte mexicana son irrenunciables.
Por último, sobre los objetivos, Peña ha mencionado entre ellos «la detención de tráfico de armas y lavado de dinero en EEUU», que «mejoren los salarios de los trabajadores mexicanos» en las fabricas que acá tienen las compañías de EEUU y ha acabado con un hoy imposible deseo de «trabajar para una frontera que nos una, no que nos divide. México no cree en los muros, cree en los puentes».
Finalizando el acto, el mandatario mexicano ha querido hacer un llamamiento al equipo, pidiendo «este es un momento que llama a la unidad nacional». Antes de las palabras del presidente, ha tomado la palabra el nuevo ministro de relaciones Internacionales, Luis Videgaray, nombrado ad hoc para llevar los encuentros con Donald Trump.
El canciller ha dado una catarata de datos económicos para demostrar quelas relaciones comerciales entre ambos países, de romperse, quebrarían la economía de ambos estados.»Comerciamos más de 500.000 millones de dólares anuales», ha vuelto a repetir mientras apuntaba diversos estados como California y Texas donde la relación comercial bilateral supone casi 700.000 empleos. Otros, que con tino ha recordado que son los que le han llevado a la presidencia a Trump, como Indiana, Pensilvania y Wisconsin, suman otro casi medio millón de empleos que dependen de México.
¿Para quién repite el Gobierno mexicano esos datos que ya conoce el Gobierno estadounidense? Entendiendo que no es para Trump y su equipo, se presume que el mensaje debe calar en los hoy envalentonados votantes del magnate que son el sector de población que pone más empleos en riesgo si, según México, su líder lleva el plan a cabo.
También habló el presidente de los empresarios, Juan Pablo Castañón, que manifestó que «el presidente de Estados Unidos ha dicho que los americanos primero, nosotros debemos hacer lo mismo. Son momentos de unidad más allá de las diferencias».
Por su parte, el líder sindical de la Confederación de Trabajadores de México, puso un punto optimista y un recordatorio sobre la mesa: «Este fin de semana sentía que nos iban a comer vivos y hoy siento otra cosa», explicó para luego recordar que el beneficio del TLCAN no le había llegado igual a todos:»Mientras los trabajadores tengamos un plato sobre la mesa y un poco de dinero en la bolsa no habrá asonadas», aseguró el líder sindical en un momento de revuelo interno por la subida de un 20% de la gasolina.
La negociación entre México y EEUU comenzará en breve, puede durar días o semanas, pero acabará con el más complicado de los escenarios que es la incertidumbre.
Los mexicanos se han esforzado durante todo este largo proceso de la candidatura, investidura y corta presidencia de Trump en tender puentes mientras del otro lado llegan siempre amenazas y muros. Hay un cierto desánimo y una cierta sensación, quizá obligada, de que llegó la hora de romper su enorme dependencia a todos los niveles con EEUU. El presidente apuntó en su discurso a todos lados: Latinoamérica, olvidada históricamente por México en su afán de ser del norte; Europa, Asia, Reino Unido, África y Oriente Medio. No se dejó a nadie del globo por mencionar Peña, pero ese es un plan a largo plazo y hoy demasiado pequeño para sustituir el enorme y único tablero de negociación que para México es EEUU.
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