«Vivimos un momento excepcional. Lejos de ser un tema doméstico, este es un asunto europeo. De mi comparecencia no esperen chantajes ni insultos. El momento es muy serio. Tenemos una necesidad imperiosa de reducir la tensión».
La manera de avanzar no puede ser otra que la democracia y la paz. Lo que hoy voy a exponer no es una decisión personal, es el resultado del 1 de octubre. Cataluña celebró ese día su referéndum de autodeterminación, que se desarrolló con grandes episodios de violencia policial. La Policía y la Guardia Civil golpeó a gente indefensa. Hubo más de 800 heridos. Lo vimos todos, lo vio el mundo. El objetivo era provocar el pánico y que la gente renunciara a votar. Más de dos millones de personas vencieron el miedo y votaron».
Agradeció a todos los que participaron el 1-O.
Las palabras del presidente catalán reciben los aplausos de la sala.
«Soy muy consciente de que hay mucha gente angustiada y espantada por lo que ha pasado y puede pasar. La violencia gratuita y la decisión de algunas empresas de abandonar Cataluña, algo que no tiene efectos reales sobre nuestra economía, son hechos que admito que han enturbiado el ambiente. A los que tienen miedo les envío un mensaje de tranquilidad y empatía».
Desde la muerte de Franco. Cataluña ha contribuido tanto como el que más a la consolidación de la democracia española. Cataluña creyó que la Constitución española podría ser un buen punto de partida».
«En 2005 una gran mayoría, el 88% del Parlament, siguiendo los procedimientos marcados por la Constitución, aprobó una propuesta de Estatut de autonomía».
«El Estado no tuve suficiente con el primer recorte. En 2010 la sentencia de infausto recuerdo recortaba el Estatuto por segunda vez. Pese seguir los procedimientos constitucionales, pese a tener el 88% del Parlament, y pese al voto popular, la acción combiando del Congreso y sobre todo del Constitucional conviertieron la propuesta catalana en un texto irreconocible. Es la ley vigente actual».
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