El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, aterrizó, en horas de la tarde, en el aeropuerto de Teherán, capital de Irán, escoltado por dos cazas de las Fuerzas Armadas Iraníes, después de que se vio obligado a abandonar su país, debido a un golpe de estado militar que se estaba llevando a cabo allí.
El primer ministro turco, Bilari Yildirim, confirmó que el ejercito tomó por la fuerza la nación, esta toma incluyó la detención del jefe del Estado Mayor y varios ministros.
El vocero presidencial negó la pérdida del control y aseguró que no permitirían “intentos de minar la democracia”. Por otra parte, el ejército declaró toque de queda en todo el país y decretó la ley marcial.
Los militares justificaron el alzamiento contra Erdogan aduciendo que éste es un traidor y solicitaban el establecimiento de un “Consejo de paz” que garantice la libertad a todos los ciudadanos, sin importar la religión que profesen, su lengua o raza.
Pocas horas después de su inicio, el golpe de estado fue truncado. Un caza turco F-16 derribó un helicóptero que transportaba a los golpistas, según informe de Al Jazeera. «Este golpe de Estado nunca tendrá éxito, tarde o temprano será eliminado, voy a volver a Ankara», había afirmado el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Los militares golpistas de Turquía, acompañados de tanques, cazas y helicópteros en Estambul y Ankara, tomaron la televisión pública, el aeropuerto internacional Ataturk e infraestructuras básicas como los puntos sobre el Bósforo y el palacio presidencial.
En varias ciudades turcas se registraron protestas en contra del intento de golpe militar y a favor del Gobierno, que insiste en que está al mando.
¿Quiénes son los golpistas?
Las autoridades turcas consideran al clérigo Fetulá Gulen como el «cerebro» del golpe militar. Desde hace años se le acusa de ser el máximo responsable de una «estructura paralela» dentro de las propias instituciones estatales con influencia en los tribunales, la policía y otros organismos.